
Endeudarse para pagar un panteón y enterrar a los muertos, incinerarlos y convivir con ellos, donarlos a la ciencia, o convertirlos en un negocio millonario. He ahí la cuestión.
Hay ciertas preguntas que no nos hacemos hasta que llega el momento de la pérdida de un ser querido, y cuando ese instante llega, quizás no es el más adecuado para hacérselas. En el año 2015, según el Instituto Nacional de Estadística, fallecieron en España 422.276 personas, la cifra más alta desde el año 1.941. Un entierro cuesta de promedio unos 3.500 euros, que se llevan sobre todo los tanatorios. Este mismo año el negocio de la muerte superó los 1.475 millones de euros y dio empleo de manera directa a 11.305 personas. El 72% de los trabajadores del sector son hombres.
Cuando se elige una funeraria, pocas veces se comparan precios
El negocio funerario, a pesar de ser constante incluso en épocas de crisis, no aglutina un excesivo número de quejas, según afirma la asociación murciana ‘Thader Consumo’, aunque si mantiene un número de consultas constante durante todo el año. Las principales versan sobre el oligopolio del sector, ya que, a fin de cuentas, el consumidor se ve obligado a contratar los servicios con la funeraria que opera en su zona sin muchas más opciones. Y en el caso de que existan varios operadores, no siempre se ofrece un presupuesto previo, con lo que pocas veces es posible comparar precios. A esto hay que añadir el problema que surge si el fallecido no contaba con un seguro de decesos.
Cuando llega la muerte, casi siempre de manera inesperada, nos encontramos ante un momento doloroso y de debilidad emocional y preferimos dejarlo todo en manos de expertos. Es ahí cuando las funerarias pueden aprovecharse de la situación e incluir productos que encarezcan el precio final, o no estén cubiertos por las aseguradoras. En este aspecto Juana Pérez, presidenta de la asociación ‘Thader Consumo’ es tajante: “Si pensamos o tenemos dudas de que nos están engañando, lo que tenemos que hacer directamente en el tanatorio es poner una hoja de reclamaciones. Distinto es el caso de los cementerios, que se rigen por ordenanzas municipales, y en este caso, ante cualquier problema o duda habría que dirigirse al ayuntamiento”.
Y es que, tras despedir a los muertos, llegan esas primeras horas en las que mezclan el dolor, con la incertidumbre de no saber cómo actuar. Los tanatorios no son obligatorios, y además son de libre elección. Podemos velar a nuestros familiares en casa, aunque bien es cierto que la mayoría de las personas se inclinan por su uso, por el tipo de instalación y por los recursos de los que disponen. Comenta Ana Palas, directora de ‘Tanatorio de Jesús’, uno de los 50 que hay en la Región de Murcia, que en un mes pueden realizar de 80 a 90 servicios, con un coste medio de 3.000 euros, dependiendo del tipo de servicio que elija la familia. “Hay muchos complementos que pueden hacer que se abarate o encarezca el servicio”.
No todo el mundo puede afrontar el gasto de tanatorio, nicho y ataúd para poder ser enterrado. ¿Qué es lo que sucede en este tipo de situaciones? Pepe León, párroco de la Iglesia de la Asunción de Molina de Segura cuenta que lo habitual en estos casos es pedir ayuda a la parroquia, o a los Servicios Sociales del ayuntamiento. “Hay una obra de misericordia, que es enterrar a los muertos, y rezar por ellos y la iglesia siempre lo ha cumplido, tengan dinero o no tengan dinero”. De cualquier forma, por ley, los parientes tienen la obligación de costear el entierro de un allegado salvo en casos de penuria económica, y son los ayuntamientos los que exigen acreditar esta situación antes de sufragar el entierro. En algunos casos son también los servicios de Cáritas de cada parroquia los que corren con los gastos.
Donar el cuerpo a la ciencia es gratuito, pero tampoco da beneficios
Al margen de un entierro tradicional, otra opción, es donar el cuerpo a la ciencia. Es un acto altruista que ayuda a desarrollar disciplinas como la fisioterapia, medicina, o farmacia. Evidentemente, en este caso, no hay entierro, por lo que hay mucha gente que se plantea la donación como sistema para evitar los gastos funerarios. Son las entidades a las que ha sido donado el cuerpo las que, después de su uso, si consideran que el material no reúne las condiciones idóneas para que alguien pueda aprender sobre él, puedan iniciar un proceso de incineración. Desde Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia afirman que este es un proceso que no tiene coste para ninguna de las partes implicadas. Es destacable que el pasado año 2016 recibieron 120 donaciones.
También se puede hacer negocio. En 1977 el médico alemán Gunther von Hagens sorprendió al mundo con una técnica inédita de conservación de cadáveres humanos. La plastinación permitía mostrar músculos, huesos y tendones de los cuerpos, que se además se presentaban en diversas exposiciones cotidianas. Hoy en día, von Hagens, vende estos cadáveres a instituciones cualificadas y los donantes siguen un curso intenso de formación. La lista de personas que quieren donar su cuerpo para que sea plastinado supera los 13.000, el 80% de la cifra son alemanes. Durante el proceso se retiran sustancias que se pudren y reemplazan por materiales inorgánicos para detener el proceso de descomposición con acetonas que matan las bacterias. Estamos ante otra opción, la de hombres y mujeres que aceptan ser mostrados en exhibiciones, a mitad de camino entre la ciencia, y el espectáculo.
Por otro lado, las personas que quieran incinerarse y esparcirse por el mar, o permanecer en casa con sus familiares, pueden ver como se les niega el funeral, ya que La Iglesia aprobó el pasado año, con la firma del papa, la prohibición cuando se lleven a cabo estas prácticas, ya que, aunque sean incinerados, las cenizas deben mantenerse en un lugar sagrado. Hay que puntualizar que La Iglesia no desaprueba la cremación. La murciana Miriam García conserva las urnas con las cenizas de sus abuelos en casa. “Su deseo era que les incineraran, y dónde van a estar mejor que conmigo”. Esta decisión también vino condicionada por los grandes gastos que suponía abrir el nicho para enterrarlos junto a su madre. El proceso de incineración oscila entre las 3 y 4 horas, y es elegido en la Región de Murcia por el 30% de los fallecidos. El precio puede variar entre los 600 y 1.000 euros, ya que en algunos casos es necesaria la intervención de un médico forense para retirar objetos como marcapasos que no pueden incinerarse.
El ataúd es otro factor a tener en cuenta. Su uso es obligatorio y la ley exige que la persona fallecida lleve un féretro. Sus precios andan entre los 900 euros el más barato, y 7.000 el más caro. En el caso de los musulmanes, ya que su religión no permite el uso de los mismos, existen modelos donde, retirando unas tapas en su país de destino, permiten que el fallecido toque tierra. Como en todos los sectores, en el funerario también se está produciendo el ‘boom chino’, ataúdes que llegan a España, desde China, sin control, a precios ‘low cost’. Mientras que fabricar un ataúd en nuestro país puede oscilar los 50 euros, en China sale por 4, y esto es debido a la baja calidad de los mismos, el precio de la mano de obra, y las malas condiciones laborales en las que se llevan a cabo estas fabricaciones.
Una corona de flores oscila entre los 150 y 200 euros
Acumulando más desembolsos, no hay que olvidar los necesarios, -en el caso de que se opte por la sepultura-, del generado por las lápidas. Un gasto que se puede iniciar en torno a los 500 euros, y que puede alcanzar límites insospechados. Tampoco hay que dejar de lado los gastos en floristería, ya que hay todo un arte funerario tras de ello. Una corona de flores puede oscilar entre los 150 y 200 euros.
Si hablamos del cementerio, en el de Totana (Murcia), el precio de un nicho puede oscilar desde los 200 a los 700 euros, dependiendo de la altura del mismo, y si hablamos de los enterramientos horizontales, -estos tienen espacio para dos cuerpos, en dos alturas-, oscilan los 1.200 euros. ¿Y cuánto puede costar construirse un panteón? Aquí el precio puede subir, como mínimo hasta los 7.000 euros, aunque esto depende mucho de los caprichos familiares, pudiéndose a multiplicar varias veces esta cantidad.
Las pólizas encierran detrás todo tipo de servicios
Murcia es una de las comunidades donde más seguros de decesos se contratan, aunque este, es más conocido como “el seguro de los muertos”, pero, ¿Qué cubre? Hay que mirar bien todas las garantías que están incluidas en la póliza: Tanatorio, féretro, traslado nacional, asistencia internacional, iglesia, nicho, incineración… Depende de la póliza podemos encontrar unas coberturas u otras. Algunas, incluso incluyen un servicio ‘post venta’ que envuelven servicios como la gestión posterior de cierta documentación, que puede resultar engorrosa para los familiares, como pueden ser pensiones y subsidios. El precio varía dependiendo del municipio donde vaya a ser enterrado el difunto. En términos generales, un matrimonio joven, con dos niños, puede pagar alrededor de 12 euros al mes.
En definitiva, sea por la escasez de competencia, por los momentos de duelo en los que se toman las decisiones, por la influencia de las compañías aseguradoras o por la necesidad de los servicios funerarios, morirse, sale muy muy caro.